hackeando narrativas

Historias de innovadores sociales que están transformando la manera en que hablamos sobre migración.

Si entendemos a las personas migrantes como agentes de cambio que buscan una oportunidad para mejorar su realidad y la de muchas personas, podemos hackear la narrativa. Por ello, reunimos cuatro historias de personas migrantes que transformaron su realidad mediante iniciativas de innovación social.

MARÍA JOSÉ

María José, una venezolana de 28 años, ha vivido en Argentina durante 7 años. Su migración fue ilusionante, pero también encontró muchas barreras y desafíos relacionados con su hipoacusia.

“Creo que las personas migrantes aportamos desde nuestras experiencias de vida, resiliencia y empatía”.

María José 

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La historia de María José representa un camino de crecimiento y superación. Llegó a Argentina desde Venezuela hace siete años, llena de expectativas, y enfrentó obstáculos que nunca había experimentado, especialmente en relación con su hipoacusia. Este viaje le permitió explorar a fondo su identidad y entender su discapacidad más allá del diagnóstico, encontrando en grupos de apoyo un sentido de pertenencia. Su familia en Argentina, especialmente sus tías, la conecta con sus raíces venezolanas a través de la comida, el lenguaje y las costumbres, manteniendo viva su cultura.

Trabajar en Inclúyeme ha sido un punto de inflexión para María José, quien ha aprendido a abrazar su identidad como persona migrante con discapacidad. Desde su rol, contribuye a mejorar la experiencia de otros migrantes, aspirando a que su camino inspire y genere cambios positivos. Sueña con una sociedad que valore estas contribuciones, avanzando juntos hacia una mayor inclusión.

YUVINKA SEJAS

Nacida en Bolivia, vive desde hace casi 40 años en el barrio Mujica y promueve la inclusión y el respeto hacia los migrantes, resaltando su rol como creadores de una nueva cultura en la que se entrelazan sus raíces con las del país que los acoge.

“Siento que las personas migrantes somos agentes de cambio, porque movilizamos, porque visibilizamos nuestra cultura y también nos mostramos como hacedores culturales”.
YUVINKA SEJAS

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Los orígenes de Yuvinka Sejas Camacho reflejan su identidad como defensora de la diversidad cultural y migrante: nacida en La Paz, Bolivia, vive desde hace casi 40 años en el barrio Mujica en Buenos Aires.

Al principio, enfrentó conflictos de identidad al sentirse dividida entre su nacionalidad boliviana y su pertenencia al barrio, pero con el tiempo logró abrazar ambas.

Como “museo andante en constante movimiento”, Yuvinka promueve la inclusión y el respeto hacia los migrantes, resaltando su rol como creadores de una nueva cultura en la que se entrelazan sus raíces con las del país que los acoge.

NÉSTOR BRICEÑO

Néstor Briceño, de Venezuela, llegó a Argentina en busca de nuevas oportunidades, enfrentando muchas dificultades para encontrar trabajo. Aprovechando sus habilidades, comenzó a vender tequeños en la calle y fue construyendo su negocio, Tequepops.

“Es importante que el lugar de acogida sea receptivo con el migrante, porque no se imaginan el dolor que significa salir de tu zona de confort, de tu hogar”.
NÉSTOR BRICEÑO

 

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Los comienzos de Néstor Briceño reflejan su perseverancia y capacidad de reinvención: nacido en Maracaibo, Venezuela, y residente en Buenos Aires, fundó Tequepops tras una larga serie de rechazos laborales. Ante la necesidad de ingresos, comenzó vendiendo tequeños en la calle, construyendo lentamente una base de clientes y consolidando su negocio. Hoy, Tequepops cuenta con una fábrica y varias tiendas, generando empleo y valor agregado.
 
Además, Néstor impulsa la Cámara de Empresarios y Emprendedores Venezolanos en Argentina, un espacio de apoyo para emprendedores migrantes. Para él, migrar significa aportar y construir en el país de acogida, que espera reciba a quienes buscan un mejor futuro con respeto y empatía.

HU-HWA WU
(GABRIELA WU)

Llegó a Argentina hace 40 años desde Taiwan y uno de los desafíos más importantes que recuerda fue el idioma. Cree en ser puente entre diferentes comunidades y trabaja en un proyecto de inmersión dual en español y mandarín, buscando integrar culturas.

“Siempre digo que fui sorda y muda dos años, porque no hablaba y tampoco entendía lo que estaba pasando a mi alrededor”.
HU-HWA WU 

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Hoy, trabaja en un innovador proyecto de inmersión dual en español y mandarín en la Escuela 28 de la Ciudad de Buenos Aires.

A través de su labor, busca integrar culturas y ofrecer el chino mandarín como una herramienta de vida para nuevas generaciones, consolidando su rol como puente entre culturas.

Manu Mireles

Manu creció en Venezuela, pero se encontró en Argentina. En su nuevo país fundó la Asociación Civil Mocha Celis, que entrega formación educativa y profesional a personas trans, travestis y no binarias. “Es un espacio que abraza, contiene y acompaña”, asegura.

“Pensarse como agente de cambio significa que estamos teniendo la capacidad para transformar un poco el mundo”.
Manu Mireles

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Los orígenes de Manu dan luces de la persona en la que se convertiría: su abuela fue una mujer campesina que aprendió a leer a escondidas y que apenas pudo, migró del campo a la ciudad.

Ya en Caracas, la familia de Manu vivió en un barrio de alta vulnerabilidad y pobreza, por esto, cada navidad su madre se encargaba de juntar juguetes para que a ningún niño del barrio le faltara un regalo.

Ambas mujeres fueron una gran inspiración para Manu cuando se trataba de hacerle frente a la adversidad y de cuidar la comunidad que habitaban. Manu, que es Licenciada y Magíster en Educación, y Doctora en Políticas Públicas, pone en práctica gran parte de su experiencia y conocimientos mediante el activismo trans no binarie.

Mocha Celis tiene programas de empleabilidad, una escuela popular de géneros y un área de acceso a derechos, entre otros proyectos innovadores. Además, han publicado un documental, dos libros, historietas y reportes de acceso gratuito en su sitio web.

Conoce la historia completa de Manu Mireles en el podcast Hackeando Narrativas.

Laura Herrera

La comunicadora social, Laura Herrera, llegó a los 29 años a Argentina desde Colombia. Sus ansias de trabajar en zonas de mayor vulnerabilidad la llevaron a unirse al Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), primero en su país natal y luego en su país de llegada.

“Ser un agente de cambio es tener la responsabilidad de transmitir lo que las mujeres migrantes quieren contar”.
Laura Herrera

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Durante su etapa universitaria se conectó con la comunicación para el desarrollo social, y se dedicó a realizar sus trabajos prácticos en zonas de alta vulnerabilidad. Luego llegó a SJM y realizó un postgrado en educación y política, motivada por trabajar con niños, niñas y juventudes.

En su nuevo país descubrió todo lo que Colombia representaba en su identidad, por esto, se le hizo más fácil y especial trabajar con familias que migraban desde su mismo país, algunas veces por motivo del conflicto armado.

Mediante la iniciativa Soy Refugio, Laura trabajó con mujeres de muchas partes del mundo, en busca de crear “algo colectivo, en clave de integración local y de generación de ingresos”. 

Las mujeres migrantes confeccionan tote bags, tazas, agendas y otros productos que comercializan con la garantía de que en su producción hubo una mujer migrante en busca de su integración e independencia social y económica.

 

Conoce la historia completa de Laura Herrera en el podcast Hackeando Narrativas.

Nengumbi Sukama

Como para muchos de sus compatriotas congoleños, para Nengumbi Sukama la migración fue una cuestión de supervivencia. La dictadura militar de Joseph-Désiré Mobutu ejerció una gran persecución política que afectó a la familia de Nengumbi, pues su padre era político opositor.

“Ser un agente de cambio, es estar comprometido en cambiar una realidad que afecta a un sector de la sociedad donde vive”. Nengumbi Sukama

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Nengumbi estudió economía en la universidad, donde los profesores mostraban cómo el dictador Mobutu arruinaba al país e incitaban a los alumnos a protestar. Nengumbi, viniendo de una familia política, rápidamente escaló como dirigente y activista político en Derechos Humanos.

Su padre, al tanto de que su familia corría peligro y que su hijo ya había sido detenido en tres ocasiones, le aconsejó que saliera del país. “El viejo dijo ‘no te quiero perder’ así que te tienes que ir”. Así, Nengumbi llegó a Argentina en 1995.

Un año después, fundó el Foro de Refugiados en Argentina, para ser interlocutor entre refugiados y solicitantes de asilo ante ACNUR y las autoridades argentinas. Luego, en 2002 desde Inglaterra, fundó la Defensoría de la Minoría víctima del racismo en Argentina, IARPIDI.

Con estas iniciativas, Nengumbi y sus compañeros consiguieron algo muy importante: que se reconozca a nivel gubernamental que existe racismo estructural en Argentina.

“Se sigue diciendo hasta el día de hoy: ‘en Argentina nunca hubo afro’, lo cual son falsedades históricas”, afirma Nengumbi. “Pero hoy, a partir del trabajo que hicimos, generamos un cambio en la percepción y en el hablar de un sector de la clase política y dirigente argentina, sobre todo en las asociaciones de derechos humanos”.

Conoce la historia completa de Nengumbi Sukama en el podcast Hackeando Narrativas.

Julieta Casó

Pese a nacer en Venezuela, Julieta Casó, socióloga y psicóloga social, siempre se sintió migrante pues sus padres son argentinos.

Como tenía familia allá, Julieta partió con sus dos hijos pensando que más que migrar, estaba regresando a sus orígenes. Pensó que tenía familia, que no echaría tanto de menos Venezuela y que no le costaría tanto encontrar trabajo. Pero pasó todo lo contrario.

 

“Uno sigue siendo del lugar donde uno nació, se formó y se identifica. Creo que esa es la historia de la migración: sigues siendo tú y tienes la posibilidad de elegir”.
 Julieta Casó

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Enfrentó grandes dificultades, pero Julieta se esforzó por conseguir trabajo en lo que estudió, y quiso ayudar desde su experiencia a venezolanos que estaban viviendo lo mismo. Por esto creó la iniciativa Guáramo, para “estar en contacto con mi profesión y aportar algo a Venezuela”. Al proyecto se sumó Liliana Miñán, Licenciada en Trabajo Social que nació en Argentina, migró a Venezuela y volvió a su país natal 20 años después.

Así, desde sus inicios Guáramo ha estado formado por personas de ambos países. El proyecto se unió a la bolsa de empleo de Alianza por Venezuela para analizar el perfil migrante laboral, en una iniciativa llamada “Empléate con Guáramo”.

El propósito de esta y otras innovaciones es cambiar la cultura laboral migrante que postula a trabajos de menor sueldo y condiciones laborales, estando sobre calificados para ellos. “El trabajo no es solo para ganar dinero, es indispensable porque nos tenemos que mantener, pero el trabajo es una forma de desarrollo personal”, dice Casó.

Conoce la historia completa de Julieta Casó en el podcast Hackeando Narrativas.

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